Los berlineses del Este son muy dados a poner neones de diferentes colores en escaparates, monumentos, edificios y donde se tercie... Vamos, lo que en España es neón de puticlub de carretera, aquí es trendy, trendy, trendy.
La razón de tanta horterada es la siguiente: Berlín del Este fue durante muchas décadas una ciudad gris, no sólo metafóricamente hablando… Todo esto cambió a partir de 1989, con la apertura de las fronteras. Cuando los alemanes del este pudieron pasear por primera vez por Berlín occidental se quedaron perplejos ante una ciudad de derrochaba color por sus cuatro costados… Rápidamente relacionaban todo lo colorido con la libertad que se olía en la parte occidental.
Cualquier obra que se hiciese a partir de entonces tendría que rebosar de color. Al igual que la gente enseñaba su recién conquistada libertad vistiendo a la “europea”, los edificios también tenían que demostrar que algo había cambiado. Lo importante era alejarse del dictatorial gris…
Lamentablemente cuando no estás acostumbrados a los colores puedes caer fácilmente en la horterada. Aún quedan reductos que son más feos que pegar a un padre, pero también hay sitios donde han puesto colores con gusto y moderación y hasta hacen bonito…
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